El pasado día 25/11/11 salimos a la calle a demostrar nuestra indignación por esta aberración.
La violencia contra las mujeres ha sido una constante a lo largo de la historia y, aunque estamos en el siglo XXI, sigue siendo una lacra que parece no tener fin.
Tratamos de interpretarla y de buscar soluciones, pero nunca llegará el fin de esta violencia si no tratamos de buscar la verdad desde la raíz, sino tratamos de desentrañar las verdaderas razones que la generan. Siempre se han penalizado las agresiones de los hombres hacia las mujeres, pero en lugar de ser interpretadas como manifestaciones de problemas profundos, la sociedad patriarcal ha necesitado interpretarlos como casos aislados y acciones patológicas de quienes las cometen y no como un problema social de fondo. La violencia contra las mujeres ha estado y está presente de forma generalizada y se presenta de muchas maneras: unas veces, de manera subliminal, a través del control e imperando la falta de respeto hacia las mujeres; otras, de manera clara y objetiva, dando lugar a la violencia física, que en muchos casos significa la muerte de muchas de ellas.
posición de poder y la forma de hacerse valer e imponer sus criterios. Como consecuencia de esta posición de desventaja y de subordinación, muchas mujeres no han podido salir de la espiral de la violencia en la que han estado envueltas
El análisis de las circunstancias nos debe llevar a interpretar que el elemento
común de las conductas violentas contra las mujeres está en los valores
culturales y sociales. La diferencia sexual femenina siempre se ha convertido en
una fuente de desigualdades, de discriminaciones y de subordinación de las
mujeres a los hombres. Así se ha construido la sociedad patriarcal, en base a su
Por ello, si de verdad queremos acabar con esta lacra:
Tenemos que buscar otras formas de entender lo masculino y lo femenino.
Tenemos que buscar formas de convivencia en las que mujeres y hombres sean iguales de una manera efectiva y real.
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