Las lagunas de Sierra Nevada suelen yacer en valles apacibles, que dominan amplios horizontes, rodeadas de praderas y florecillas. La de Vacares es, sin embargo, sombría y aterradora.
Fidel Fernández decía de ella: Vista desde arriba, diríase que es el cráter misterioso de un volcán extinguido. Ni una hierba nace en las laderas del embudo. La boca es un círculo de escarpas y de torcales, que apenas por alguna quiebra se puede atravesar. Las paredes interiores están formadas por horribles acantilados que descienden con pendiente casi vertical, y en el fondo de aquel gigantesco circo, al pie de la vertiginosa gradería, se advierte un enorme estanque circular, de aspecto triste y melancólico, lleno de agua inmóvil, que por la profundidad parece negra, y sin arroyo que lo alimente ni desagüe que lo drene.
Las gentes de Sierra Nevada la han hecho objeto de las leyendas más fantásticas: no tiene fondo; es un ojo de mar que comunica con el Mediterráneo por frente a Calahonda; cría peces que no ven; congrega en sus cóncavos, ciertos días al año, las almas del purgatorio de veinte leguas a la redonda, para deliberar sobre el castigo que ha de imponerse, por incrédulos, a los habitantes de la vecina Alpujarra; tiene en el fondo un respiradero que lanza aire comprimido cuando hay borrascas en el mar; se mueve en estos casos con oleaje de contragolpe; brama y produce ruidos como cañonazos, cuando se va a formar una tormenta; guarda filones de oro puro bajo la nieve de sus ventisqueros; encierra en su fondo el que fue palacio de un rey moro; da albergue a un ave blanca, cuyo encuentro anuncia la muerte en breve plazo; en el fondo se encuentra un pozo de mucha profundidad, abierto por mano del hombre, cuyo trabajo se infiere que fue llevado por los moros, para surtirse de agua durante alguna de las terribles sequías de que nos habla la historia de dominación árabe sobre España... (Ferrer et al., 1993).
“La Laguna de Vacares. El jardín de la Princesa Cobayda.”
Yace la Laguna , que califican de traicionera, y a la que nunca acercan sus ganados los pastores de la Sierra , en el fondo de una profunda sima, que le da aspecto terrorífico en medio de aquellas soledades, rarísima vez pisadas por la planta humana, y casi siempre coronadas por un turbante de nubes.
En tiempo de los moros, hubo en las alturas de Sierra Nevada un espléndido palacio, rodeado de bellísimo jardín. Eran de mármol y de serpentina las solerías, y de estucos y alicatados, como los bellos aposentos de la Alhambra , las paredes. Espesas arboledas se prolongaban hasta un lejano cerco de montañas, manteniendo el palacio aislado y oculto de la curiosidad de los mortales.
Allí vivía una bellísima princesa, cuyo padre, el Rey moro de Granada, la sometió recién nacida al estudio de los sabios, mandándoles descifrar el Destino de la niña en el libro de los astros.El horóscopo anunció que la princesa moriría al conocer el Amor, y el Rey, queriendo oponerse a la fatal sentencia, fabricó el palacio en el sitio más inaccesible de la Sierra , mandando que nadie se acercase a aquel lugar, donde la encerró bajo la vigilancia de una mujer de confianza: la discreta Kadiga, de los cuentos alhambreños.
Pasaron los años, y la niña llegó a hacerse mujer, sin conocer más mundo que el que se contenía en aquel marco de montañas, ni más personas que las esclavas encargadas de su servicio. Un tenebroso subterráneo, cuya entrada era un misterio para todos, permitía al Rey visitar de vez en cuando aquel paraje inaccesible, y ver desde lejos a su hija, cuando oculto entre las espesuras la miraba pasar por los laberintos del jardín.
Se hallaba un día Cobayda (que así se llamaba la princesa) recreándose en los bosques que limitaban el recinto de la morada, cuando apareció entre los árboles un arrogante caballero, que se había perdido en la montaña y vagaba de valle en valle sin encontrar el camino que la condujera a la ciudad.
El carácter antes triste y melancólico de Cobayda, se tornó alegre y animado. Esto despertó las sospechas de Kadiga, y puesta en vigilante acecho confirmó sus temores, sorprendiendo a la enamorada pareja.
Montó en cólera el Sultán al conocer la noticia, y la comprobó por sí mismo, escuchando las palabras de amor que el hermoso joven deslizaba junto al oído de la enamorada doncella.
Ciego de ira el Rey moro se lanzó furioso contra la feliz pareja. Un relámpago brilló cuando el Sultán desenvainó su alfanje damasquino, y la cabeza del doncel rodó largo trecho por el suelo, hasta quedarse convertida en una piedra negruzca que aún puede reconocerse fácilmente.
La princesa, asustada por aquella terrible aparición, quedó convertida en hielo, y de sus ojos brotaron tantas lágrimas que bastaron para llenar el valle y convertirlo en un lago salado (La Laguna de Vacares), que cubrió el palacio, el valle y el jardín. El Rey, aterrado por la desesperación de aquella hija predilecta, quiso huir, pero no pudo: se había convertido en una enorme roca, que sigue enhiesta junto a la Laguna , y gime y brama cuando en las noches de furioso temporal la recorren el remordimiento y el dolor.
(Recogida de Fernández y Fernández, 1992).
Desde pequeña había escuchado hablar sobre la Laguna Vacares pero desconocía su bonita leyenda. Gracias a estas espléndidas fotos he podido dar imagen a aquello que sólo podía imaginar y que incluso dudaba de su verdadera existencia.La verdad es que es un fenómeno digno de admiración y de gran belleza. Creo que es un placer disfrutar de estas imágenes para la gente que no hemos subido hasta ahí. Gracias y enhorabuena a sus autores por compartirlas en este blog.
ResponderEliminarNos enorgullece su satisfacción, los agradecidos somos nosotros.
EliminarGracias
Nos alegramos que haya servido esta información para que conozcas mejor lo que tenemos en Sierra Nevada.
ResponderEliminarGracias a ti por leernos.
La verdad es un blog muy completo, no exclusivamente político, sino de muchos acontecimientos del pueblo, y por tanto muy ameno para quienes queremos conocer más cosas sobre la cultura y costumbres de Jerez. Seguid así y seguro que no os faltarán seguidores.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Seguiremos aquí contando cosas de Nuestro Pueblo.
EliminarSon varias las noches que he pasado en este lugar junto a su maravillosa laguna. Un sitio mágico. Cuando las noches son placidas, es tanto el silencio, que incluso este se oye. Sabiendo de las leyendas, siempre me la he mirado con distinción. Nunca la he oído bramar, ni hacer ningún ruido, también he bebido de sus aguas dulces y no saladas, pero si ver como estas se mueven en un día de total calma meteorológica, ¿porque? no lo sé.
ResponderEliminarAl caer la noche, la paz y el silencio se agudiza, y la luna llena se refleja en ella. No me extraña que los moriscos ya la visitaran, y creo que se seguirá haciendo hasta nuestra extinción.
Mi Madre (Dios la tenga en su gloria), nos explicaba una leyenda sobre la laguna Vacares y decía así: "Si la laguna Vacares reventara, pobre Guadix y pobre Granada, y....Almería, algo pillaría" y nosotros nos hacíamos la idea de que tenia que ser algo sobre natural.
ResponderEliminarMi abuelo me ha dicho ahora mismo eso y buscando acabo de encontrar este comentario. ¡Qué gracia!
EliminarA mi me contaban que todas las vacas que se acercaban a beber agua desaparecian
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