2 ago 2016

Son hombres. Llevan el amor de la humanidad en sus corazones.



Transcripción del discurso final de “El gran dictador”
(1940) de Charles Chaplin

“Lo siento. Pero… yo no quiero ser emperador. Ese no es mi 
oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. 
Blancos o negros, Judíos o gentiles (no judíos), tenemos que 
ayudarnos los unos a los otros; 
los seres humanos somos así, queremos hacer felices a 
los demás, no hacernos desgraciados. 
No queremos odiar ni despreciar a nadie. 
En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y 
puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede 
ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. 

La codicia ha envenenado las armas, ha levantado 
barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias 
y las matanzas.

Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a
nosotros mismos. 
El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. 
Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. 
Nuestra inteligencia, duros y secos. 
Pensamos demasiado, sentimos muy poco.
Más que máquinas necesitamos más humanidad. 
Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.
Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. 
Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. 
La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, 
exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.

Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, 
millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de 
un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes 
inocentes.

A los que puedan oírme, les digo: no desesperen. La desdicha 
que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura 
de hombres que temen seguir el camino del progreso humano.

El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó 
al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre 
exista, la libertad no perecerá.

Soldados: No se entreguen a ésos que en realidad los desprecian, 
los esclavizan, reglamentan sus vidas y les dicen qué tienen que 
hacer, qué decir y qué sentir. 
Les barren el cerebro, los ceban, los tratan como a ganado y como 
carne de cañón. 
No se entreguen a estos individuos inhumanos, hombres máquina, 
con cerebros y corazones de máquina.
Ustedes no son ganado, no son máquinas, son hombres. 
Llevan el amor de la humanidad en sus corazones, no el odio. 
Sólo los que no aman odian, los que no aman y los inhumanos.

Soldados: No luchen por la esclavitud, sino por la libertad. 
El el capítulo 17 de San Lucas se lee: 
“El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres,
sino en todos los hombres…” Ustedes los hombres tienen el poder. 
El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de 
hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa 
aventura.

En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. 
Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los 
hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. 

Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. 
Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán. 
Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. 
Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. 
Todos a luchar para liberar al mundo. 
Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y 
la intolerancia.
Luchemos por el mundo de la razón. 
Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.
Soldados: En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.”

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