En menos de tres meses, hemos podido comprobar como el gobierno de la nación, en un desprecio absoluto a los ciudadanos, ha cambiado su discurso electoral tomando una serie de medidas contrarias a las que anunciaba durante la campaña.
Primero fueron los impuestos, haciendo una revisión de la tasa impositiva sobre el trabajo, que descarga toda su fuerza en la clase media. Para ello argumentó una desviación del déficit público que decía desconocer, pero que curiosamente provenía de las Comunidades Autónomas y no del Estado. CC.AA. donde en muchas de ellas gobernaba y por tanto debía de conocer y conocía en profundidad el detalle sus cuentas. Pero bueno, echar la culpa al antecesor de todos los males era la política desarrollada durante los últimos 8 años.
A continuación nos han sorprendido con una reforma laboral mucho más dura de la que fue introducida por Rodríguez Zapatero en junio de 2010. Reforma en la que se abstuvo de votar junto al PNV, CiU, CC y UPyD, en un absoluta falta de sentido de Estado, que hoy podemos corroborar sin ninguna duda. Reforma en la que durante su debate parlamentario, pudimos oír a la actual Vicepresidenta del Gobierno, Dª Soraya Sáenz de Santamaría, algunos argumentos como estos: “Nosotros defendemos que esta reforma laboral es un fracaso anticipado y anunciado (...) porque después de dos años traen hoy este texto sin diálogo social y sin acuerdo político. (...) El decreto del Gobierno no está planteado para contratar, sino para despedir. Y lo que necesita España no es facilitar el despido, no es fomentar la salida, sino la contratación”.
Después tenemos una reforma laboral, aprobada por decreto-ley (BOE 11-02-2012)en la que se abarata brutalmente y subjetiviza el despido, se pueden cambiar las condiciones laborales-sueldo, jornada, horario, función y lugar de trabajo- y se incentiva y bonifica al empresario, como si el dar trabajo fuera una obra de caridad que no le reportase píngües beneficios. Ahora podemos decir, sin lugar a dudas, que esta agresiva reforma es en realidad la legalización del acoso laboral o “mobbing”. El feudalismo ha vuelto a España, después de 500 años, a caballo de la mentira y de la codicia.
A continuación nos han sorprendido con una reforma laboral mucho más dura de la que fue introducida por Rodríguez Zapatero en junio de 2010. Reforma en la que se abstuvo de votar junto al PNV, CiU, CC y UPyD, en un absoluta falta de sentido de Estado, que hoy podemos corroborar sin ninguna duda. Reforma en la que durante su debate parlamentario, pudimos oír a la actual Vicepresidenta del Gobierno, Dª Soraya Sáenz de Santamaría, algunos argumentos como estos: “Nosotros defendemos que esta reforma laboral es un fracaso anticipado y anunciado (...) porque después de dos años traen hoy este texto sin diálogo social y sin acuerdo político. (...) El decreto del Gobierno no está planteado para contratar, sino para despedir. Y lo que necesita España no es facilitar el despido, no es fomentar la salida, sino la contratación”.
Después tenemos una reforma laboral, aprobada por decreto-ley (BOE 11-02-2012)en la que se abarata brutalmente y subjetiviza el despido, se pueden cambiar las condiciones laborales-sueldo, jornada, horario, función y lugar de trabajo- y se incentiva y bonifica al empresario, como si el dar trabajo fuera una obra de caridad que no le reportase píngües beneficios. Ahora podemos decir, sin lugar a dudas, que esta agresiva reforma es en realidad la legalización del acoso laboral o “mobbing”. El feudalismo ha vuelto a España, después de 500 años, a caballo de la mentira y de la codicia.
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